El ajedrez tiene su origen en un juego antiguo llamado chaturanga, que surgió en la India alrededor del siglo VI d.C. Este juego representaba las "cuatro divisiones del ejército" (infantería, caballería, elefantes y carros), las cuales se convirtieron en las piezas que conocemos hoy. El chaturanga se jugaba en un tablero de 8x8 y su objetivo principal era capturar al rey enemigo.
Desde la India, el chaturanga llegó a Persia, donde evolucionó al shatranj durante el período sasánida (siglo VII). En esta versión, se introdujeron reglas más refinadas, y términos como "shah" (rey) y "shah mat" (el rey está atrapado), que se convertirían en "jaque mate". Con la expansión del Islam, el shatranj se difundió por Oriente Medio, África del Norte y Europa, llegando a España a través de Al-Ándalus en el siglo VIII. Durante esta etapa, el ajedrez se convirtió en un símbolo cultural, siendo estudiado y promovido por eruditos.
En Europa, durante el siglo XV, el juego sufrió importantes modificaciones que lo hicieron más dinámico. La pieza del "visir" fue reemplazada por la reina, que se convirtió en la más poderosa del tablero. Los peones adquirieron la capacidad de avanzar dos casillas en su primer movimiento, y se introdujo la regla del enroque. Estas transformaciones marcaron el comienzo del ajedrez moderno.
Durante el siglo XIX, el ajedrez alcanzó su forma definitiva con reglas estandarizadas y el desarrollo de sistemas de notación. También surgieron campeonatos oficiales, siendo Wilhelm Steinitz el primer campeón mundial en 1886. En el siglo XX, la llegada de las computadoras revolucionó el juego, con análisis avanzados y motores de ajedrez que transformaron la competición.
Hoy, el ajedrez es considerado un arte, una ciencia y un deporte que refleja la evolución cultural y estratégica de más de 1.500 años, siendo practicado por millones de personas en todo el mundo.